El cerebro es el órgano más desconocido que existe hasta la fecha. Son muchos los estudios e investigaciones que se basan en él, tratando de sacar a la luz cómo funciona y de qué manera se pueden curar las enfermedades y trastornos mentales. Ahora bien, no siempre se han aplicado las mismas técnicas… A diferencia de lo que ocurre hoy en día, la medicina no siempre ha tenido los mismos códigos éticos. Es el caso de la práctica de la lobotomía, una técnica muy sádica e inhumana que analizamos a continuación. ¿Qué es la lobotomía? ¿Cómo surgió? ¿Quiénes fueron las víctimas? ¡Lo vemos!
¿Qué es la lobotomía?
La lobotomía, también conocida como leucotomía, es una de las prácticas más sádicas e inhumanas que han existido en la historia de la medicina. Esta consistía en realizar un corte en el lóbulo frontal del cerebro. Pero ¿con qué objetivo? El fin era interrumpir las conexiones nerviosas de esta parte del órgano con el resto para así logar una supuesta cura “milagrosa” que prometían los médicos de aquel entonces.
¿Cuándo surgió la lobotomía y quién era Egas Moniz?

El padre e inventor de la lobotomía fue el psiquiatra y neurocirujano portugués António Egas Moniz (1874 – 1955). El doctor consideraba firmemente que los pacientes con conductas obsesivas sufrían problemas en los circuitos del cerebro y que esto podía curarlos. De hecho, estableció las pautas básicas de la lobotomía en el ámbito médico y científico para que otros pudieran continuar con ellas. Egas Moniz desarrolló una técnica que consistía en perforar un par de huecos en el cráneo, justo en un lado y en la parte superior. Después, introducía un leucótomo en el cerebro y posteriormente lo removía de un lado a otro para cortar las conexiones entre los lóbulos frontales y el resto del cerebro. Lo más insólito de todo esto es que este sádico doctor fue galardonado con un premio Nobel por inventar la lobotomía en el año 1949, fecha en la que alcanzó la cima de su popularidad. También escribió una monografía titulada como Cómo llegué a hacer una leucotomía frontal en la cual detalla su experiencia con esta técnica mientras la practicaba con varias personas en la Universidad de Lisboa y en el hospital.
La siguiente figura más destacada en este ámbito fue Walter Jackson Freeman (1895 – 1972), un doctor estadounidense nacido en la ciudad de Philadelphia (en el estado de Pensilvania, Estados Unidos) y defensor de la psicocirugía y la lobotomía en Estados Unidos. Concretamente, inventó la técnica del “Picahielos”. Esta se basaba en introducir una pequeña barra metálica —generalmente, de unos 8 milímetros— por la cuenca de los ojos y remover el cerebro. Para ello se bastaba de un pequeño mazo o martillo con el cual golpeaba la vara una vez introducida en la cavidad hasta llegar a la zona de la corteza prefrontal. De esta forma, provocaba uno o varios cortes en esta parte del cerebro solucionando así todos los problemas mentales, según el doctor. Como es obvio, esta práctica, al igual que las otras, ocasionaban una deficiencia mental severa —si no es que la persona fallecía en el instante—.
Freeman inventó esta terrible práctica por influencia de otros doctores, como es el caso de Egas Moniz —ya mencionado— y de John Fulton, un neurofisiólogo de la Universidad de Yale (Connecticut, Estados Unidos) que estudió la localización funcional del cerebro en primates, experimentando con chimpancés en el año 1928. Ahora bien, la técnica de la lobotomía o leucotomía ya existía desde antaño, de hecho, existen registros de perforaciones en el cráneo como creencias místicas para expulsar los espíritus y demonios de las personas poseídas —es lo que se conoce como trepanación—.
¿Quiénes fueron las víctimas de la lobotomía?

Las principales víctimas de la lobotomía fueron las personas con trastornos obsesivos, debido a la influencia de Egas Moniz —como explicábamos más arriba—. Ahora bien, no fueron las únicas. Conforme esta técnica fue adquiriendo más popularidad las aplicaciones se ampliaron a personas homosexuales. De hecho, representaron más del 60% de las víctimas del doctor estadounidense Walter Jackson Freeman —algunas veces por voluntad propia (y por presión de la sociedad) y otras muchas más por voluntad de sus familiares, quienes los consideraban enfermos mentales y los sometían a esta práctica, incluso sabiendo que existía el riesgo de que podían fallecer—. Otras de las víctimas más comunes fueron los adultos y niños con síntomas de ansiedad, depresión o, incluso, cierta discapacidad intelectual.
Al final la lobotomía fue una práctica que se extendió para tratar todo tipo de problemas y trastornos mentales, así como comportamientos rechazados socialmente en la época. La gravedad del asunto, como es obvio, radica en que muchas de estas prácticas fueron realizadas sin la voluntad expresa de las personas que fueron sometidas a la lobotomía, incluidas las personas homosexuales, pero también los pacientes de psiquiátricos y centros de internamiento. Además, Freeman se encargó de extender esta práctica por todo el país y fuera —como es el caso de Reino Unido—. Lo más insólito es que recorría las principales ciudades estadounidenses con una furgoneta que fue bautizada como Lobotomobile. Tan solo en Reino Unido se cree que llegaron a practicarse unas 3.000 lobotomías, aproximadamente, por el doctor británico Sir Wylie McKissock. Las lobotomías practicadas por Freeman fueron algo menores, aunque llegó a realizar unas 2.500 lobotomías más. Tal fue la popularidad de esta práctica que hasta la hermana del trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos, Rosemary Kennedy, se sometió a una de ellas cuando tenía 23 años. Ello le ocasionó severos problemas en el habla y no pudo volver a trabajar, además de provocarle incontinencia.
La lobotomía fue culpable de la muerte del 20% de las personas que se sometían a ella, mientras que el resto acaban sufriendo todo tipo de discapacidades mentales y problemas derivados de ellas. No fue hasta el año 1967 cuando Walter Freeman perdió finalmente su licencia tras causarle una hemorragia cerebral a una paciente llamada Helen Mortensen.