Miralrío de la Juliana es una majestuosa finca ubicada en un distinguido paraje verde. Esta vivienda destaca por su imponente tamaño, cerca de ella es posible percibir el aire de grandeza que un día marcó su historia. Para aquellas personas que valoran el patrimonio material de nuestro país, Miralrío de la Juliana fue clasificada en el pasado con el grado de Protección Parcial (Grado 2), dentro del Catálogo de Bienes y Espacios Protegidosde la provincia de Alicante. Pero si hay algo que le de mayor interés a esta preciosa vivienda es que años atrás perteneció al Marquesado de Dos Aguas, considerado uno de los señoríos más influyentes de la Huerta Valenciana. Solamente tres linajes castellanos se posicionaban por delante en cuanto a influencia. Ellos eran el del Conde de Benavente (Gandía), el Duque de Arcos (Elche y Crevillente), y el Duque de Medinaceli (Segorbe y Denia).
Historia
Miralrío de la Juliana es una finca señorial de principios del siglo pasado. Un lugar en el que habitaron los descendientes del Marquesado de Dos Aguas. Este señorío valenciano fue uno de los más importantes debido a su extensión, influencia y número de vasallos. La razón por la que el apellido de Dos Aguas se extendió hasta la zona se debe a motivos de expansión de su territorio.

El linaje de los Dos Aguas comenzó con el descendiente del Conde de Folosa, D. Francisco de Perellós. Este noble se casó a principios del siglo XV con Joana de Perellós, hija del acaudalado mosén (conde de segunda categoría), Giner de Rabassa. Los descendientes del matrimonio adquirieron el apellido Rabassa de Perellós y en 1496 les fue otorgado el título de baronía de Dos Aguas. No fue hasta el año 1699 cuando el Rey Carlos II elevó el título al de marquesado. A partir de ese momento los sucesivos descendientes fueron heredando el céntrico Palacio del Marqués de Dos Aguas, ubicado en Valencia. El marquesado de Dos Aguas entabló lazos familiares con los Condes de Albatera (municipio situado a tan solo 19 Km. de la finca Miralrío de la Juliana), cuyo primer titular fue Gaspar de Rocafull y Mercader en 1628). Al fallecer el último de los hijos del III Conde de Albatera (Conde D. Guillén de Rocafull y Rocaberti), y morir sin descendencia, el condado fue heredado por el Marquesado de Dos Aguas, exactamente por Giner Rabassa de Perellós de Rocafull y Pardo. Este marqués era biznieto de María de Rocafull Mercader (hermana del I Conde de Albatera y tía abuela de III conde). De esta forma quedó asentado el Marquesado de Dos Aguas en la Vega Baja, dejando huella de su poderío con edificaciones como Miralrío de la Juliana.





El linaje del Marquesado de Dos Aguas se extinguió definitivamente con Don Vicente Dasí Lluesma (1825-1893). El VI marqués heredó el palacio y el título nobiliario pero el linaje decayó por tratarse de una herencia sin sucesión familiar directa. Convertido en uno de los hombres más acaudalados del lugar, el noble fue vetado de usar el apellido familiar. Más adelante el Palacio del Marqués de Dos Aguas fue adquirido por el Gobierno y desde 1949 es utilizado como el Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarios ‘González Martí’.
Investigación
Esta investigación fue realizada durante el frío mes de diciembre. Éramos cinco los que nos aventuramos a conocer la historia todavía latente entre las paredes descorchadas de esta imponente construcción, buscando —como siempre— cualquier indicio de actividad paranormal. La sorpresa llegó al revisar las fotografías una vez finalizada la investigación…

Miralrío de la Juliana se encuentra actualmente en estado de abandono. Aunque en el pasado estuvo clasificada en el Catálogo de bienes y espacios protegidos de la provincia de Alicante, —y el Plan General obligaba a su conservación—, en la actualidad ya no existen referencias a ello. La morada ha sido abandonada y sucumbe a la adversidad del paso del tiempo. Miralrío de la Juliana se cimenta sobre una base de madera. Su cubierta está compuesta por un tejado a dos aguas, también de madera, que parte desde una cumbrera central para facilitar la circulación de las lluvias hasta el suelo. En la fachada todavía pueden apreciarse restos de color rojizo obtenido a partir del ocre. Para acceder al interior de la vivienda existen dos vías. La primera de ellas es por la planta baja y despensa, desde la puerta trasera de la fachada. La otra entrada facilita el acceso a la primera y segunda planta directamente, incluida la bohardilla. Este acceso se sitúa en uno de los laterales de la finca.


En la planta baja podemos apreciar un marcado contraste entre unas habitaciones y otras. El estado de Miralrío de la Juliana ha sido prácticamente reducido a escombros… Las vigas de manera asoman amenazantes con venirse a bajo. En el suelo encontramos pruebas de ello. Las puertas y ventanas han sido tapiadas sellando el acceso a su interior. Además, la casa ha sido desvalijada, no queda en ella rastro de tuberías ni de cobre. La corrosión a la que ha sido sometida durante años ha deteriorado parte de su esencia, aunque existen otros rincones como los dormitorios en los que aguarda inerte el pasado, cuando todavía era habitable. Observamos recuerdos en el empapelado, pintado en varias tonalidades. Desde esta entrada se puede acceder, también, a la despensa. Aún se conservan algunos recipientes de vidrio de los últimos inquilinos.











Nada más dirigirnos a la otra entrada y acceder a su interior, apreciamos un profundo pozo en el interior de la vivienda. Justo al lado se ubican unas escaleras que facilitan el acceso a la primera y la segunda planta. El estado de esta sección es todavía más deplorable… Es importante estar alerta y vigilar donde se pisa ya que la madera que sirve de base del suelo está podrida. Conforme ascendemos hasta la bohardilla el recuerdo y la historia de Miralrío de la Juliana se va desvaneciendo, hasta llegar al límite de borrar por completo algunos espacios, como los dormitorios de la parte más elevada de la vivienda.







Finalmente, en el exterior de la finca encontramos una construcción más moderna que parece ser una piscina o balsa. También hay un espacio recreativo para realizar barbacoas. A unos cien metros de la vivienda nos topamos con otra residencia anexa. Esta vivienda, aunque más reducida, se conserva en mejor estado que la anterior. En su interior encontramos varias habitaciones, algunas de ellas empapeladas de la misma forma que Miralrío de la Juliana. También un bonito salón con chimenea de fuego.






Misterio
Miralrío de la Juliana es una finca que ya intimida de por sí cuando te paras frente a ella. En su interior se respira un ambiente cargado, como si el pasado siguiera morando en ella. En esta investigación detectamos dos fenómenos que nos erizaron la piel. En primer lugar, hubo un rincón concreto que nos llamó la atención… Justo en la última planta, donde la vivienda está más deteriorada, hallamos una representación de la rosa de los vientos. La misma se encuentra pintada en una de las paredes de las habitaciones. Según se considera en muchas culturas, la rosa de los vientos marca un renacer espiritual. Es el inicio de un nuevo ciclo alquímico, rompiendo las cadenas que sujetan el alma para poder unificarse en la totalidad del ser. La rosa de los vientos conecta el mundo mental con el mundo espiritual. Curiosamente, mientras nos hallábamos frente a este icono, la grabadora que estábamos empleando para registrar cualquier tipo de evidencia paranormal durante la investigación se apagó. La batería estaba recién cargada…

El otro fenómeno lo detectamos revisando las fotografías al finalizar la investigación. Como si se tratara de las misteriosas Caras de Bélmez, de las que ya hemos hablado en esta web, en una de las imágenes fue captado lo que aparentemente se corresponde con un rostro humano. La fotografía fue tomada en el salón de la finca principal, justamente en los restos de una chimenea. Los rasgos del rostro parecen encajar con la fisionomía de una mujer. Puede que tal vez se trate de un efecto de paraeidolia, o puede que tal vez no…
