La Chica de la Curva

Se trata de la leyenda urbana de advertencia más popular en todo el mundo, utilizada para evitar accidentes de tráfico en puntos negros de la carretera. En esta ocasión haré un repaso de los principales puntos de la geografía española donde La Chica de la Curva ha sido presenciada, y mostraré un reportaje fotográfico realizado por Periodismo del Más Allá en uno de estos enclaves marcados por el misterio.

Leyenda Urbana

Aunque no se sabe exactamente donde surgió esta historia por primera vez —algunas personas afirman que en EE.UU., otras en España…— sí se es cierto que leyenda ha estado presente desde la antigüedad hasta el día de hoy. A pesar de que las versiones varíen un poco, los hechos se suelen desarrollar de la misma forma:

Un hombre se encuentra conduciendo por la carretera a altas horas de la madrugada. En la zona hay niebla y no se puede ver demasiado bien lo que precede a los focos del coche. El hombre está cansado, lleva varias horas conduciendo y está a punto de quedarse dormido. Es justo en ese momento cuando presencia algo extraño en la carretera. Conforme va avanzando, la figura de una mujer vestida de blanco va distinguiéndose entre la espesura de la niebla. La joven destella una especie de luminosidad que pasa desapercibida por el conductor, pues el automovilista se está fijando en la mano de la mujer que con el pulgar apuntando hacia la oscuridad de la noche indica un gesto de autoestop. Vistas las circunstancias, el hombre decide detener el vehículo para recoger a aquella solitaria e insólita mujer. Ella, sin apenas mediar palabras, se sienta en la parte trasera del auto. El conductor, intrigado, le pregunta cómo se llama y por qué está sola en aquel lugar, pero la mujer, que parece encontrarse en otro mundo, no responde a ninguna de las preguntas formuladas. De repente, la pálida y sigilosa viajera rompe el silencio con un angustiado y escalofriante grito, advirtiendo de una pronunciada y peligrosa curva próxima al lugar. El hombre, asustado, reduce la velocidad e inmediatamente se topa con la calamitosa curva. Sobresaltado, se gira para comprobar el estado de la acompañante, pero un escalofrío estremece su cuerpo al comprobar que la autoestopista ha desaparecido.

Esta sería básicamente la leyenda urbana, aunque puede variar. En algunos casos se comenta que cuando la mujer avisa al conductor, esta le explica que tuvo un accidente en el mismo lugar y que fue allí donde se mató. En otros casos la joven aparece directamente dentro del vehículo, sentada en la parte trasera o en el asiento del copiloto. Otras versiones sustituyen la figura de la mujer por la de personajes como un hombre con sombrero, vestido completamente de negro; una niña que cruza la carretera; o incluso ancianos… Entre los camioneros suele contarse que si uno pasa cerca de estos enclaves pueden toparse con un enorme lobo negro que cruza la carretera y provoca un sobresalto, evitando una vez más un posible accidente a causa del sueño o por las distracciones. En las versiones de las leyendas antiguas ocurría exactamente lo mismo, solo que los sucesos se desarrollaban mientras los testigos viajaban en carruajes o diligencias, asustando a los caballos que se paralizan por la presencia del Más Allá. Estos son algunos de los casos recogidos en Milenio 3. El libro, con testimonios reales:

Caso 1: Curva de la Pólvora, Deba- Itziar (Guipúzcoa). Lorenzo Abad, 1981.

“Ocurrió una noche. Mi mujer y yo íbamos hacia Deba, cuando, pasando por las curvas que hay en la carretera, una chica nos hizo autostop. Entonces, paramos para recogerla, y al cabo de un par de curvas nos advirtió que tuviéramos cuidado con la carretera, que se encontraba en malas condiciones, puesto que ella había tenido un accidente en aquel sitio. Entonces miramos hacia atrás para ver el tráfico… y no… nos dimos cuenta de que ya no estaba allí. Nos quedamos muy sorprendidos, porque no habíamos parado el coche ni la puerta se había abierto. Ella no había podido bajar. No sabíamos qué había ocurrido. ¿Una alucinación No lo sé… La habíamos visto los dos…”.

Caso 2: Arroyo de la Luz – Casa de Cáceres (Cáceres). José, taxista [s.a.] 3 personas más, 2002.

“La verdad es que… sí… se ponen los pelos de punta al recordarlo. Lo recuerdo y recuerdo las imágenes y parece que estoy en el mismo lugar… Esto ocurrió en una carretera muy estrecha entre el pueblo de Arroyo de la Luz, a unos 20 kilómetros de Cáceres, y Casar de Cáceres. Es una carretera muy estrecha. Ocurrió en noviembre de 2002. Iba con el taxi y llevaba conmigo a tres chicos de unos 25 años. Estaba de tormenta y era una noche muy cerrada, con muchos relámpagos. En un momento dado, vimos un resplandor blanco, y a medida que nos íbamos acercando fuimos viendo lo que se diría que era…la…la…dama. Claro, al reaccionar, con el susto, di un frenazo y en ese momento, sale de la curva un Laguna a toda velocidad y pegando vueltas de campana…nosotros, parados, fuimos corriendo a buscar al conductor, buscamos a la chica… y no vimos nada. Apareció una ambulancia. Pero esa figura no apareció. Era una chica de unos 27 o 30 años, de una estatura… 1,70, con el pelo largo y castaño, muy oscuro, y el rostro un poco pálido. Estaba como sentada en la cuneta. Eso nos impactó. Era totalmente físico, no era una imaginación. Iba envuelta en una especie de toalla con una camisa blanca. Pero se veía perfectamente, por eso frenamos. Yo sí creo que aquello fue una especie de advertencia. Porque si no llegamos a frenar, nos arrastra con él, con toda seguridad. He vuelto por allí…, pero cuando paso por allí, paso con mucho respeto. Estábamos todos congelados. Allí había una chica. ¿Dónde estaba? Había que buscarla. Los de la ambulancia y la Guardia Civil también la buscaron, pero ella no apareció”.

La verdad es que sorprende este tipo de casos en los que los testigos exponen con tanto detalle los hechos ocurridos. La leyenda urbana de La Chica de la Curva es simplemente eso, una leyenda urbana, algo general… pero los accidentes en las carreteras, y más de este tipo, con las condiciones en las que ocurren, son una desafortunada realidad. ¿Quién dice que el espíritu de alguna de estas personas no pueda haberse quedado impregnado en esta dimensión como si fuera un ángel guardián?

Lugares con Misterio

A continuación expongo algunos de los lugares en los que se tiene constancia de haberse presenciado este tipo de fenómenos paranormales, todos ellos en España:

  • La carretera Port de Albaida (al este), antigua carretera que unía Muro de Alcoy con Albaida, hasta que en 2010 se prolongó la autovía del mediterráneo A-7 que une Alicante con Valencia. Posiblemente, una de las más marcadas por el misterio.
  • Orihuela (Alicante), alguna carretera secundaria, no se especifica exactamente cuál.
  • Barracas – El toro (Valencia)
  • Las Cuevas de los Úbedas y curva de Terrones (Almería)
  • Curva de Garraf (Barcelona)
  • Torredembarra (Tarragona)
  • Ciudad Real – Daimiel
  • El Torbiscal – Guadalema (Sevilla)
  • Curva de la Muñeca (Almería)
  • Navacerrada y Puerto de la Cruz Verde (Madrid)
  • Manzanares (Ciudad Real)
  • Alto de San Antón (La Rioja)
  • Carbonero el Mayor – Turégano (Segovia)
  • Los Palacios – Utrera y Cuesta de la Doblas (Sevilla)
  • Tolox (Málaga)
  • Arjonilla – Marmolejo (Córdoba)
  • Mirabel, Curva del Castillo (Cáceres)
  • Vívero – Lugo

investigación

Debido a la curiosidad que me produjo este tema, y viendo que tenía al alcance una de las carreteras más famosas en cuanto a este tipo de fenómenos, decidí junto al equipo de Periodismo del Más Allá que buscaríamos el misterio en primera persona.

Así pues nos armamos con nuestro material fotográfico y nos desplazamos hasta el reformado Port d’Albaida. Era una noche de verano. El calor reconfortante de aquellos días invitaba a salir. Al oscurecer, los grillos animaban las veladas con sus alegres cantos. Aquella noche no fue de menos. Habían pasado las 24h, ya que previamente realizamos una parada obligatoria en Alcoy para reponer energías. Mientras cenábamos mi hermano y fiel compañero en las investigaciones a los Lugares con Misterio, Jordi Olcina, dispuso sobre la mesa un pequeño plano del recorrido que nos esperaba. Debíamos salir a la autovía A-7 en dirección a Valencia. Nuestro trayecto discurriría, pues, por esta nueva vía habilitada hace pocos años para descongestionar la —hasta el momento— saturada AP-7. Así pues, dejamos atrás Alcoy, bordeamos las localidades vecinas de Cocentaina y Muro de Alcoy, esta última a tan solo 6 kilómetros de nuestro destino, y llegamos hasta el señalado Port d’Albaida.

Una vez allí, abandonamos la autovía en una salida que nos apartó de todo rastro de humanidad. Seguidamente nos encontramos con un apedreado camino que por poco nos descompone el estómago recién saciado por una deliciosa hamburguesa con queso. Nos desplazábamos lentamente, sin abandonar el vehículo. Éramos conscientes de que nos ubicábamos en un terreno marcado por la tragedia y acicalado por el atractivo que para algunos, entre los que me incluyo, despierta el mundo del misterio y del Más Allá. Seguimos avanzando hasta que llegamos a una bifurcación. Giramos a la derecha. Erramos. Frente a nosotros, las barreras de un campo de tiro nos invitaban a dar media vuelta. Esta vez tomamos el sendero de la izquierda. A pesar de lo estúpido que pueda parecer, nos sentíamos observados… Pero no por un ente sobrenatural. Tal vez alguien, desde lo más profundo de la oscuridad, y escondido entre la maleza, nos apuntaba amenazante con su arma con sobrados aires de superioridad y falta de cordura.

Tardamos unos minutos en recomponernos y alejar aquella desagradable sensación de nuestros cuerpos. En ocasiones los vivos generan más temor que los muertos. La travesía se había dificultado a causa del mal estado y de la falta de conservación de la carretera, agrietada e invadida por la vegetación. Hubo un momento en el que uno de los integrantes observó lo que describió como “una figura estática sobre el margen del camino”. Mientras nos giramos a mirar, el coche tropezó en un bache y automáticamente se apagó el motor dejándonos en la completa oscuridad. Fueron necesarias al menos un par de veces, o tres, para que el contacto de la llave en el bombín arrancara el vehículo de nuevo. A pesar de los temores, frente a nosotros no apareció La Chica de la Curva. Solamente una antigua y oxidada señal. Las primeras rachas de viento se estaban haciendo de notar. El tiempo había cambiado sutilmente. Decidimos bajar del auto para tomar algunas fotografías. La señal se movía por la corriente generando un chirriante y estremecedor ruido que rompía el silencio de aquella noche.

Al final del camino, unos bloques de hormigón cortaban la carretera. Tras ellos había una antigua vivienda, abandonada y en estado ruinoso. La calzada seguía unos pocos metros más adelante, pero el camino desaparecía entre la vegetación. Tal vez aquel ente protector nos observaba desde algún lugar sumergido en la oscuridad. Es posible que la curva de los accidentes haya sido desdibujada por la maleza, alentando al espíritu de la autoestopista a continuar con el viaje que inició hace muchos años atrás y que, desafortunadamente, nunca finalizó. Tal vez el destino de su viaje concluyó al alcanzar las luces del Más Allá.

Fuentes

Jiménez, Iker. Porter, Carmen (2006) Milenio 3: El libro. Madrid: Aguilar

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