El camping de Los Alfaques

Ha llegado el Domingo de Pascua. Hoy muchos y muchas aprovecharán el día para desconectar y tomar las monas o buscar los tradicionales y coloridos huevos de Pascua. Posiblemente una gran multitud haya decidido pasar el día en algún camping. Este post se centra en uno de ellos, concretamente el camping de ‘Los Alfaques’, lugar donde hace años ocurrió una de las peores tragedias de España.

El camping de playa ‘Los Alfaques’ se encuentra en el municipio de Alcanar, en la comarca de Montsía (provincia de Tarragona). Exactamente se ubica en el Km. 16 de la antigua carretera que une Vinaroz y Venta Nueva, a 5 Km. de la localidad castellonense de San Carlos de la Rápita. El 11 de julio de 1978, un camión cisterna que transportaba propileno (un gas licuado) explotó cerca del camping, acabando con la vida de unas 243 personas. Según la primera versión oficial de los hechos el camión con matrícula M-7034-C, conducido por Francisco Ibernón, realizaba su recorrido desde Tarragona a Puertollano por la Nacional-340, entre Barcelona y Valencia. Cuando alcanzó el Km. 160 (lugar en el que se encuentra el camping), una de sus ruedas reventó provocando el desafortunado accidente en ‘Los Alfaques’ tras estamparse contra una de sus paredes. El choque ocasionó un incendio que hizo explotar el gas licuado y la consiguiente catástrofe.

La hipótesis más aceptada dice lo siguiente: El camión llevaba una carga de gas propileno superior a la permitida. La cisterna estaba llena al 100%. El conductor se desvió de la autopista, tal vez con la intención de evitar pagar el peaje, y tomó la carretera paralela al camping. A causa de la exposición al sol, el líquido del interior de la cisterna comenzó a calentarse y, por ende, a expandirse dentro de la misma. La presión del interior de la cisterna se elevó muy por encima de lo habitual por carecer de espacio. Esto hizo reventar una de las soldaduras que unían las dos partes cilíndricas del recipiente, separándolas en dos piezas. El gas licuado empezó a desprenderse y, a causa de las chispas producidas por los rozamientos entre las dos piezas, tuvo lugar la explosión. La carga del camión fue proyectada en dos direcciones. A la izquierda doce chalés y una discoteca quedaron arrasadas; a la derecha más de la mitad del camping.

La explosión (sobre las 14:30h) trajo consigo una enorme nube de humo blanco y una lluvia de fuego que cubría un radio de 300 metros. El baño infernal carbonizó por completo a todas las personas que desayunaban y tomaban el sol en el camping, dejándolas irreconocibles. Además, el fuego líquido —el cual alcanzó una temperatura de 1500 ºC— provocó una replica de explosiones de las bombonas de gas, los coches y las roulotte que había en el lugar. La explosión principal generó, así mismo, un cráter de varios metros de profundidad y 20 metros de diámetro. El desastre se llevó consigo la vida de 243 personas, dejando a centenares de heridos. La mayoría de ellos de procedencia francesa, belga, inglesa y alemana, aunque también hubo catalanes y valencianos. Otro de los condicionantes que agravaron la situación vino a causa del overbooking, el camping tenía una capacidad máxima de 260 personas y en ese momento el número rondaba el millar. El despliegue para ayudar a las víctimas fue inmediato, contando tanto con gente especializada como los propios vecinos de las localidades cercanas. Se colapsaron aeropuertos (porque se utilizaron helicópteros para recatar a las víctimas) y varios hospitales. Los afectados fueron desplazadas a hospitales y centros sanitarios de Tarragona, Barcelona, Valencia, Viveroz, Tortosa y Castellón de la Plana, hasta que finalmente, sobre las 3:00h de la mañana, se desalojó por completo a todos los heridos.

Las autoridades penaron como responsables a la empresa Cisternas Reunidas y Enpetrol con una sanción de 2.200 millones de pesetas y un año de cárcel (2002-2003). Todo lo ocurrido tuvo una enorme repercusión mediático, incluso fue reproducido en los cines con la película Tarragona: Paraíso en llamas (2007), de Peter Keglevic. En la actualidad, el camping sigue en funcionamiento, al igual que cualquier otro. Respecto a lo ocurrido, los responsables del área decidieron instalar un mural como homenaje a todas las víctimas del trágico suceso. En él aparece escrito cada uno de los nombres de los fallecidos junto a una estrella.

Misterio

La parte paranormal en el camping de ‘Los Alfaques’ comenzó a los dos años del accidente. Desde ese momento comenzaron a surgir todo tipo de historias sobre visiones fantasmales en las inmediaciones e interior del recinto. El popular periodista de investigación paranormal, Iker Jiménez, hizo una recopilación de varios testimonios recogidos en su programa radiofónico ‘Milenio 3’. Estos son algunos de ellos:

Caso 1: Javier Martín Moraleda (19 de agosto de 2003):

Javier se encontraba de vacaciones junto a su mujer y su hija. Cuando volvía dirección a San Carlos de la Rápita sobre las 3 de la madrugada, pudo observar que en un parte de la carretera, exactamente en el arcén e invadiendo un poco del carril contrario había un grupo de 7 u 8 personas. El propio Javier cuenta que le pareció extraño, pues aquellas personas permanecían inmóviles y estaban en medio de la oscuridad, además guardaban una distancia entre ellos. Se fijó sobre todo en un hombre que se situaba a la derecha de todos, este hombre llevaba unos pantalones cortos, un chaleco, una gorra para el sol y un cubo en la mano. Cuando pasó por al lado de ellos le fue imposible reconocerles la cara y siguió mirándoles por el retrovisor mientras permanecían inmóviles. Al rato despertó a su mujer que estaba durmiendo y le contó lo ocurrido, ella le explicó que por aquella zona se encontraba el camping donde tuvo lugar el accidente.

Caso 2: Daniel y su esposa, Guardia Civil (febrero de 2010):

En esta ocasión Daniel había sido destinado junto a su mujer a vigilar aquella zona, la de la playa porque solía ser frecuentada por temas de droga. Llevaba dos semanas vigilando el lugar, en el exterior de la zona litoral. Sobre las dos o tres de la madrugada, mientras hacían barridos con una cámara de visión nocturna, observaron que en medio de la playa había una mujer y un niño. Iban cogidos de la mano, la mujer tenía el pelo corto y vestía una ropa algo diferente, como de otra época, el niño llevaba una gorra. Lo más curioso fue que la cámara no detectó el calor de los visitantes. Simplemente paseaban paralelos al mar hasta que desaparecieron. Los testigos se acercaron a la zona exacta donde los vieron para comprobar si había alguna huella, pero no encontraron ninguna.

Hay un sinfín de historias en torno a este trágico accidente. Se habla de visiones de gente sin rostro, algunos con la cara quemada; de almas en pena que deambulan por al lado de la carretera y que desaparecen sin dejar rastro; de gritos, sonidos extraños, etc. Como en todo lugar marcado por la tragedia, las leyendas urbanas y los casos de visiones fantasmales, se convertido en una recurrente realidad.

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