Existe la creencia popular de que algunos aviones o avionetas se dedican a arrojar diferentes sustancias químicas en el cielo para ejercer un control atmosférico y poblacional. Al parecer, estas sustancias estarían compuestas de diversos químicos como Nitrato o Yoduro de Plata, así como otros compuestos de fumigación, que se utilizarían para deshacer las nubes y evitar las lluvias o el mal tiempo. Las teorías más aterradoras defienden, incluso, que estas estelas químicas son utilizadas por los diferentes organismos gubernamentales para controlar a la población exponiendo a los seres humanos a enfermedades, esterilizaciones o hasta vacunaciones, entre otras.
Lo cierto es que esta confabulación no es nueva y ha sido integrada por una gran parte de la población mundial. Por ello, cada dos por tres saltan las alarmas. La propia Agencia Estatal de Meteorología Española ya manifestaba su preocupación por estos temas en un artículo sobre las estelas de condensación. El él explicaba que lo que realmente vemos en el cielo son “nubes de hielo, en forma de largas líneas, que surgen en ocasiones al paso de un avión, por condensación del vapor de agua contenido en las emisiones de los motores”. Sin embargo, en una publicación realizada el 30 de septiembre de 2016 en el blog de la AEMT, afirmaba que sí se realizan ciertas actuaciones de geoingeniería centradas en la modificación del temporal, aunque con intenciones aparentemente opuestas: “En este sentido, las actividades sobre modificación artificial del tiempo que se llevan a cabo en más de 50 países y cuyo estado se recoge en los informes periódicos realizados por el comité de expertos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), van encaminadas al incremento, modesto, de la cantidad de precipitación; a la reducción de los daños asociados y del tamaño del granizo y a la disipación de nubes muy locales en determinados aeropuertos o vías importantes de circulación”. La AEMET concluía que “estas actividades se basan en tecnologías en desarrollo y todavía tratan de lograr una base científica sólida”.

Pero ¿hasta qué punto estas labores “altruistas” no sobrepasan los límites del bien y del mal? ¿qué garantías tenemos de que no se estén desarrollando otras pruebas con fines menos bondadosos?






La verdad es que sigue existiendo una gran intranquilidad frente a estos temas, y hasta entre los propios sectores políticos se generan dudas. En el año 2016 la corporación municipal de la localidad de Xixona (Comunidad Valenciana, España) debatía durante un pleno una moción sobre la posible existencia de avionetas o helicópteros que pudieran emplear diferentes sustancias como el Nitrato o Yoduro de Plata para deshacer las tormentas y evitar las lluvias. La moción, presentada por el Partido Popular el 24/11/2016, venía justificada por la sequía constante en la Comarca de l’Alacantí y la preocupación del sector agrario ante la presencia de estas avionetas en el cielo y la posterior extinción —casual o no— de las nubes. La resolución fue positiva, aprobada por unanimidad, y en ella se instaba al Consell (órgano ejecutivo quegobierna la Comunidad Valenciana y que dirige la Administración de la Generalitat) a tomar cartas en el asunto e investigarlo (puedes consultar la noticia completa aquí: Onda 15 Radio).

Por otro lado, en 2014 el eurodiputado del Partido Laborita, David Martin, ya manifestaba su preocupación por esta misma situación llegando a preguntar al Parlamento Europeo sobre la existencia de geoingeniería de aerosoles estratosféricos y pulverización aérea estos. Su pregunta era la siguiente:

A lo que la Comisión respondía:

La historia se repetía una vez más en 2015. En esta ocasión el eurodiputado del PDeCAT, Ramón Tremosa i Barcells, insistía en el tema formulando al Parlamento Europeo la siguiente cuestión en base a una publicación realizada en las redes sociales:

Y la Comisión respondía, una vez más, desmintiendo la existencia de dichas actuaciones:

Como hemos visto, hasta al propio sector político le resulta difícil ignorar las advertencias de estas alarmantes formaciones prolongadas por el cielo de todos los países. Tal vez los chemtrails no sean más que eso, nubes de hielo en forma de líneas, pero… ¿y si no fuera así?