Cripta de los Capuchinos

La Cripta de los Capuchinos es uno de los escenarios más macabros que he tenido la oportunidad de visitar… Es un enclave donde lo grotesco cobra vida a partir de los restos mortales de miles de monjes capuchinos que fueron sepultados en el lugar. Los huesos de adultos y niños engalanan cada rincón de las diferentes capillas incomodando a todo aquel visitante que deambula por esta cripta del siglo XVII… Pero ¿Cuál era la finalidad de tan lúgubre lugar?

Historia

La Cripta de los Capuchinos se encuentra en la Via Vittorio Veneto, 27, en la Iglesia de Santa María de la Concepción de los Capuchinos (Chiesa di Santa Maria della Concezione dei Cappuccini). La iglesia fue construida por el cardenal de la orden de los capuchinos, Antonio Barberini, a principios del siglo XVII y diseñada por el pontífice arquitecto, Michele da Bergamo (+1641). Las obras comenzaron en 1626, siendo bendecida la primera piedra en octubre del mismo año por el papa Urbano VIII, hermano de Barberini. El 8 de septiembre de 1630 se celebró la primera misa y en 1631, por orden del cardenal, se trasladaron los restos de los monjes franciscanos —junto a los de muchos otros frailes y pobres— a la cripta de la iglesia desde el cementerio del convento de San Bonaventura.

Investigación

Actualmente la Cripta de los Capuchinos se ha convertido en uno de los destinos turísticos principales para los amantes del mundo insólito y del “otro turismo” en Roma. La iglesia está abierta al público de lunes a sábado en horario de mañanas y tardes, y su acceso es gratuito. No ocurre lo mismo con la cripta, ya que debe pagarse una entrada para poder acceder a su interior. Esta incluye, así mismo, el acceso a un museo sobre la vida de los capuchinos que ha sido habilitado entre la iglesia y la cripta. En él se realiza un profundo recorrido sobre la historia de la orden religiosa, sus costumbres, sus hábitos, vestimentas, pertenencias y arte, entre otras. Una vez que finaliza el trayecto, llegamos hasta la impresionante Cripta de los Capuchinos.

Se tiene constancia de que al menos unos 4000 cuerpos fueron sepultados en el lugar hasta el año 1870. La cripta consta de varias galerías que se ubican a uno de los laterales y un pasillo central por donde trascurre la visita. En la fotografía publicada podemos observar la conocida como ‘Cripta de los Tres Esqueletos’. En ella nos encontramos con dos hermanos pequeños —en el centro de la imagen— que sostienen una calavera en sus manos. Los mismos son miembros pertenecientes a la familia Barberini. El resto de esta capilla con forma de bóveda está repleta, así mismo, de miles de huesos que esbozan una inquietante ornamentación. Justo al lado de los pequeños, en los laterales, nos topamos con dos imponentes frailes momificados que sostienen una cruz sobre las manos. Los huesos de los difuntos están presentes a lo largo de todo el recorrido. Todos ellos, emparedados en las paredes y el techo, recrean espeluznantes elementos decorativos. Entre estos encontramos diversos símbolos religiosos relacionados con la vida y la muerte, así como la resurrección; obras de arte; lámparas; y diversas ornamentaciones. Cada capilla cuenta, así mismo, con escritos y descripciones sobre los miembros sepultados en ellas. Sin lugar a dudas, lo que más impresiona es la mencionada presencia de los frailes capuchinos momificados que aguardan erguidos hasta la eternidad ante la mirada atónita de los turistas y visitantes.

Misterio

Es inquietante pensar cómo el ser humano es capaz de crear este tipo de escenarios tan fúnebres y escalofriantes. En ocasiones resulta hasta paradójico, pues el mensaje predicado parece poseer una intención no demasiado amable a la que se supone que debería ser. Lo cierto es que la respuesta que se planteaba al principio sobre la finalidad de este enclave es fácil de responder.

Relata una de las descripciones ubicada en la entrada a la Cripta de los Capuchinos: “Aquello que vosotros sois, nosotros éramos; aquello que nosotros somos; vosotros seréis” (quello che voi siete, noi eravamo; quello che noi siamo, voi sarete). Este mensaje viene a indicarnos, al igual que la popular cita del Génesis (Cap. 3, Vers. 19) —“Hombre, acuérdate de que polvo eres y que al polvo volverás”—, el final de la vida terrenal. La muerte del cuerpo y nuestra condición efímera en la tierra, algo que el visitante puede comprobar perfectamente en este osario. Se trata, pues, de un mensaje religioso que nos insta a tomar conciencia de nuestros actos y a buscar la conversión para el bien.

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