Leyendas urbanas de Argentina (parte 2)

Muchas veces la realidad supera la ficción. Hay ocasiones en las que por la magnitud de los hechos resultan complicadas, incluso, de recrear en la gran pantalla. Es aquí cuando las leyendas urbanas, presentes en el saber popular —y transmitidas de generación a generación—, adquieren especial importancia. Es posible que muchas de ellas realmente no existan y fueran inventadas por el simple hecho de asustar o entretener. Sin embargo, la gran mayoría surgieron a partir de acontecimientos reales. Historias que con el tiempo adquirieron el carácter de sobrenatural, pero siempre, con una moraleja y mensaje real. A continuación expongo una selección de algunas de ellas.

El Pombero

El Pombero, también llamado Pomberito, se trata de un duende que proviene de la cultura Guaraní, antes de la llegada de los españoles al nuevo continente. Su autodenominación significa “hombre”, y a día de hoy sigue acechando a las diferentes aldeas ubicadas en el noreste del país argentino. Se habla de él en las provincias de Entre Ríos, Corrientes, Misiones, y en algunas zonas de El Chaco y Formosa, aunque su historia también está presente en Paraguay, Uruguay, Brasil y Bolivia.

Según los testigos, el Pombero es un hombre fornido, moreno, con abundante vellosidad, y con los brazos muy cortos. Su boca es grande y alargada, con los dientes muy blancos. Comentan que sus ojos son chatos, con cejas peludas, y que siempre mantiene una mirada fija y amenazante en aquellos que se topa. La descripción varía dependiendo de la zona. En algunos lugares explican que el Pombero es un hombre alto, flaco y peludo, en otros que se trata de un ser bajito y gordo. No obstante, todos coinciden en que lleva un sombrero de paja. Este duende se dedica a cuidar de los montes y de los animales salvajes. Se defiende de los seres humanos cuando estos atentan contra la naturaleza de forma indebida, ya sea cazando animales por diversión, pescando más de lo necesario o talando los árboles de los bosques. Aquellos que lo conocen explican que El Pombero puede ser amigo o enemigo de las personas. En el caso de ser amigo, el duende indica el camino al cazador para que llegue a la zona donde hay más animales. En el caso contrario, el Pombero trata de distraer al desafortunado para que se adentre en el bosque y se pierda entre la frondosidad de los árboles. La gente dedicada al campo suele pedirle favores para que el cultivo crezca con abundancia, o para que cuide de los animales. Para ello se realiza una ofrenda cada noche durante treinta días. En el caso de incumplirla, desatarán la furia de este ser.

Las creencias más extendidas sobre este ser dicen que suele acechar a las mujeres que no han sido bautizadas. Se comenta que las secuestra y que solo las deja ir después de embarazarlas. Las mujeres que ponen en tela de juicio la virilidad de su marido son unas de sus víctimas preferidas… También las embarazadas, ya que confunde a los futuros descendientes como suyos. Otra creencia que se tiene acerca del Pombero es que puede fecundar a las mujeres con tan solo apoyar el dedo sobre el vientre, además el solo roce con él puede ocasionar que las personas se tornen inútiles, mudas, o que padezcan temblores extremos. Si se quiere ser amigo de él, y de esa forma evitar ser rondado por el duende, se debe hacer una ofrenda de tabaco, miel o aguardiente. También se debe evitar pronunciar su nombre en voz alta, hablar mal de él, o silbar durante las noches. Algunos valientes tratan de imitar el grito del Pombero. Se dice que, en ese momento, el duende, enloquecido, devuelve otro grito perturbador.

Cuando el Pombero se enfada, molesta a los habitantes lanzándoles piedras, abriendo y cerrando ventanas bruscamente, moviendo las ramas de los árboles, haciendo ruido durante las noches, —mientras pasea por los ranchos—, e incluso provocando pequeños accidentes domésticos. Su presencia puede percibirse con un silbido agudo de unos treinta segundos de duración aproximadamente. También imita el ruido de las aves, en ese caso el duende anda muy cerca.

La Mulánima

Las versiones femeninas de las leyendas urbanas también quedan reflejadas en el saber popular argentino. En este caso nos referimos a la Mulánima, también conocida como Almamula. La historia se remonta muchos años… la misma habla de una mujer que mantuvo relaciones sexuales con su hermano y con su padre, además del sacerdote de su poblado. La practicante de incesto fue condenada por la religión, pero ella nunca se arrepintió de sus pecados. Según se comenta, cuando la joven falleció fue castigada por Dios convirtiéndola en una mula de color plomizo con cadenas atadas a su lomo que arrastraría para la eternidad.

La gente que afirma haberla visto comenta que vaga por las noches entre la espesura de los montes y que va recorriendo los alrededores de las poblaciones en los días de tormenta. Se estremecen cuando recuerdan el ruido metálico de sus cadenas y cuando escuchan los gritos del dolor que le produce el pisarse sus propias riendas. Almamula recorre su camino hasta que llega a la puerta de la iglesia del pueblo más cercano. Desde allí emprende de nuevo su viaje largando fuego por la boca, los ollares, e incluso por los propios ojos. Los habitantes que se topan con ella mueren a dentelladas y a patadas… Algunos afirman que, producto de su maldición, cada vez que la Mulánima recorre las calles de los pueblos condena a aquellas personas que han tenido el mismo tipo de relaciones, transformándolas en seres semejantes durante las noches. La única forma de sobrevivir a su encuentro es teniendo mucha fe y repitiendo tres veces los nombres de: “Jesús, María y José”.

Según las diferentes interpretaciones, una de las razones por la cual la Mulánima arrastra las cadenas sería para representar la carga de sus pecados, aunque también podría significar la esperanza de que algún varón valiente consiga frenarla venciendo el miedo y libreando por fin su alma. En Tafí del Valle (Tucumán), en la ‘Ruta de Birmania’ y siguiendo el camino que lleva hasta el ‘Ojo del Agua’ (por detrás de la ‘Loma El Pelao’) parece ser que se haya una roca en la que para muchos se encuentra marcada la huella de este ser. Este mismo año, a principio de marzo de 2014, se registraron una serie de ataques en los corrales de tres familias del barrio de San Cayetano en Pampa de los Guanacos. Algunos vecinos del lugar explicaron al diario El Liberal que al escuchar los aullidos de los perros salieron a observar qué pasaba y se encontraron con la figura de lo que parecía ser un perro negro. La mayoría de ellos declaró que se trataba de Almamula. Lo que más llama la atención es que las aves del corral aparecieron mutiladas, sin las patas. Además, el cuerpo de las mismas no fue devorado. No se encontraron rastros de huellas ni de sangre.

Brujas en El Villicum

En el centro-oeste de Argentina, en el departamento de Albardón (en la provincia de San Juan), se encuentra el desértico cerro del Villicum, muy cercano al circuito con el mismo nombre. Este lugar ha sido testigo en numerosas ocasiones de rituales de magia negra. Comentan que las brujas se han apoderado del lugar para realizar sus oscuras ceremonias.

Sobre una elevación natural del terreno, aislada y repleta de rocas, varias brujas se reúnen para celebrar rituales de magia negra. Círculos de sal, restos de limones, fotografías rotas y pelo quemado es la realidad con la se topan habitualmente los habitantes del departamento de Albardón. Además, justo al otro lado del cerro se haya una enorme cruz de cemento que para muchos fieles se ha convertido en un lugar donde dirigirse a rezar y expulsar la energía de baja vibración.

Según comentan los vecinos de Albardón con total normalidad, entre las brujas también suelen haber hombres. Explican que durante los rituales que realizan, estas abandonan su cuerpo para adueñarse del cielo volando de un lado a otro. Al parecer, las brujas siguen conservando su rostro pero el torso se recubre completamente de un plumaje negro. Los albordaneros coinciden, además, en que cuando llega la madrugada y escuchan a las aves chillar realmente escuchan el lamento de las brujas que no han conseguido regresar a su cuerpo original. Si alguien se encuentra con el cuerpo de una de ellas y se atreve a voltearlo, entonces el espíritu de la bruja se aparece para ofrecerle un deseo a cambio de que lo reubique en la posición original, y así poder regresar a él. Esta posición consistiría en situarlo de espaldas contra la pared de alguna de las cuevas presentes en el cerro.

Hace tan solo un mes en la provincia de Santa Fe, en Guadalupe Norte, se habló de un supuesto ataque de una bruja. Fue Juanita, la hermana de Reinaldo Galeano, quien declaró ante el diario Reconquista que el criadero de cerdos de su hermano había sido atacado. Al parecer, un vecino avisó a Galeano durante la madrugada de que los perros estaban inquietos. El campesino no salió de casa debido a las bajas temperaturas de aquella noche. Sin embargo, al día siguiente comprobaron que en una acequia se encontraba uno de sus cerdos el cual había sido tajado por el cuello, la paleta, las piernas y la panza, y en la zona de la cadera tenía cicatrices como si hubiera sido quemado con cigarrillos. Lo más extraño, comenta, es que el animal no había perdido sangre. Durante las sucesivas madrugadas, los hermanos de Juanita comenzaron a hacer guardia. En una de aquellas noches observaron como un enorme pájaro negro sobrevolaba los alrededores, apareciendo y despareciendo por momentos. También explicaron que aquel animal emitía extraños gritos, hasta explicaron que llegó a simular el sonido de una carcajada…

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