Los Reyes Magos: Embajadores de la magia y la ilusión

Recientemente ha tenido lugar uno de los acontecimientos más importantes para los niños de España y de otros lugares de Europa, Latinoamérica e, incluso, de Asia. Hace poco se celebraba en todas las ciudades del país la llegada de los Reyes Magos de Oriente. Es posible que muchos no sepan en qué consiste esta tradición pero, si ignoramos el concepto religioso, es una noche en la que aflora la ilusión y en la que miles de niños reciben cientos de regalos por parte de unas entidades mágicas conocidas como los Los Reyes Magos. A estos se les conoce como Melchor, Gaspar y Baltasar.

La tradición, obviamente tiene muchas connotaciones religiosas (Cristianismo), sobre todo porque esta se celebra conmemorando, según los textos bíblicos, la llegada de Sus Majestades Los Reyes Magos de Oriente al portal de Belén, quienes fueron guiados por la Estrella de Belén hasta un humilde pesebre para llevar a cabo la adoración del niño Jesús que acababa de nacer. La tradición de regalar los presentes a los niños surge como una imitación del momento en el cual estos visitantes de Oriente obsequiaron al recién nacido con ofrendas en forma de incienso, mirra y oro.

Y es que esta tradición no solo despierta el interés de lo más pequeños, también de los más grandes. Esta fiesta es un punto de inflexión entre lo infantil y la madurez, entre la sorpresa y la obviedad, entre lo sobrenatural y lo terral. Es una celebración que despierta nuestro espíritu infantil para aflorar sensaciones e ilusiones, casi de forma mágica, que antaño encerramos en un rincón bien oculto de nuestro corazón. Pero, ¿Cómo no vamos a sentir esa alegría y esa paz reconfortante de regresar a nuestra niñez cuando nos sentíamos protegidos bajo el amparo de nuestros progenitores si revivimos unos de los momentos que más felicidad nos traía? ¿Cómo no recordar aquel tiempo en el que solo deseábamos llegar a casa o despertarnos al día siguiente para encontrar los presentes que los Reyes Magos habían traído para nosotros?

Sin duda, para un niño alcoyano como el que fui, esta celebración es algo más que una fiesta. Es un evento alegre, nostálgico, emotivo y pleno. Es un momento que me recuerda que la magia sigue existiendo y que nunca desapareció. Y es que la Cabalgata de los Reyes Magos de Alcoi (Comunidad Valenciana, España) es la más antigua del mundo, documentada desde el año 1866 y celebrada de forma ininterrumpida desde el año anterior. Declarada, así mismo, de Interés Turístico Nacional desde el año 2001.

Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente y el gran despliegue de pajes negros como el carbón se cuelan por los balcones de las viviendas ofreciendo regalos a los más pequeños, pero a mí me traen un regalo mucho más importante que cualquier objeto físico. Su presente es la oportunidad de poder sentir de nuevo aquellos momentos de máxima felicidad con aquellos seres queridos que hoy ya no están conmigo, de recordar aquellas reuniones familiares con la confortabilidad de pensar que todo estaba bien. De tener el permiso para alargar la noche todo lo que deseara y poder jugar con mis nuevos juguetes en compañía de mi hermano. De respirar alegría y alimentarme de felicidad en forma de bombones, boniato, almendras, turrones y pasteles de gloria. De desperdigarme por el piso del salón de casa de mi abuela mientras los adultos conversaban en la mesa, reían y se animaban con el alcohol. Pero, sobre todo, de ver a mis padres ilusionados, despreocupados, tranquilos y felices.

¿Cómo no voy a creer que hay algo ajeno a nuestro entendimiento si cada año me sorprende este sentimiento y, conforme pasa el tiempo, este se hace más grande?

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